Wiñaypacha, dirigida por Oscar Catacora, retrata la tragedia que enfrenta una pareja de ancianos, Willka y Phaxsi, en un entorno aislado. Al mostrar la opresión que enfrentan las parejas, la película está haciendo un gran trabajo al filmar con una perspectiva crítica sobre la falta de ayuda social y la falta de inclusión. Esta película tiene un ritmo pausado y planos largos que nos hacen asimilar la vida de la pareja. Aparte, estos factores refuerzan la sensación de atemporalidad y la lucha cotidiana que les enfrentan.
Un aspecto fundamental que distingue a Wiñaypacha es su enfoque en la vida y las experiencias de la pareja como indígenas aymara, sin caer en los “movimientos hacia la inocencia” que el artículo critica. De hecho, creo que esta película tiene un enfoque único en la pareja y sus experiencias como indígenas nativos. Esto hace que la película sea aún más fuerte. Deberíamos centrarnos en las luchas de los indígenas en lugar de las batallas morales de la falsa “descolonización”. El único propósito de la descolonización es señalar las luchas, no hacer inocentes a los colonos porque puedan tener “sangre indígena o negra”.
Una escena particularmente reveladora en la película es cuando Phaxsi le dice a su esposo Willka que su hijo nunca regresará porque considera que “Hablar el aymara es vergonzoso” (16:03). Este es un indicio poderoso de cómo la dinámica colonial y la imposición de la cultura dominante han afectado la percepción de los valores y la identidad indígenas.El hecho de que el hijo sienta vergüenza de hablar la lengua aymara sugiere una internalización de la superioridad cultural del español y una devaluación de su propia herencia cultural.