La Llorona

La venganza en la película se gesta de manera lenta y está cargada de simbolismos. Todo comienza con la llegada de Alma, quien reemplaza a algunos trabajadores de la casa y representa una especie de reencarnación de La Llorona.

En un principio, Carmen, la esposa del general Monteverde, acusa a las mujeres indígenas de ser ellas mismas quienes seducen a los militares en sus bases, justificando casi por completo las violaciones. Tergiversa la narrativa de los nativos y trata a las mujeres indígenas como “putas pagadas para mentir”, culpándolas de provocar a los hombres para tener relaciones sexuales.

A medida que avanza la historia, el general Monteverde escucha ruidos extraños y decide investigar. En ese momento, se da cuenta de que Alma se encuentra nadando en la piscina y, luego, entra en su habitación. Esta habitación está inundada y, al encontrar a Alma desnuda, el general, en su papel de viejo pervertido, se acerca lentamente a ella. Sin embargo, su sonrisa desaparece al ser descubierto por su esposa, quien se da cuenta de que él tiene una erección. Misma que es provocada por visiones que solo él puede ver.

Alma grita pidiendo ayuda, y todos en la familia, incluidos los empleados, observan al general en una situación vulnerable y humillante. Este evento provoca que su familia sienta vergüenza por el acto de acoso que él acaba de cometer. Acto seguido, Carmen tiene una conversación en la escalera con su familia, donde confiesa que su padre siempre tuvo una atracción hacia las mujeres nativas, contradiciendo así su idea anterior de que estas mujeres buscan a los militares. La película retrata que esta dinámica siempre se ha tratado de un acto de fetichismo odio enmascarado por el odio.

Creo que aquí comienza el declive mental del general Monteverde, ya que este incidente lo descoloca tanto física (más de lo que ya está) como mentalmente, impidiéndole razonar lógicamente lo que acaba de suceder. Poco a poco, su familia comienza a darle la espalda.

Toda esta cadena de actos que gestan la venganza culmina cuando unos niños llevan a Letona lejos de la casa. Esto puede interpretarse como un símbolo del “abandono” que experimenta el general Monteverde por parte de sus guardaespaldas hacia el final de la película, específicamente en las pesadillas de Carmen. Se representa a Carmen como una mujer indígena que se ve forzada a revelar la ubicación del grupo guerrillero y, como consecuencia, presencia cómo los militares ahogan a sus hijos en una imagen donde varios miembros de una comunidad indígena son asesinados y torturados por el cuerpo militar. En un momento decisivo, Carmen se levanta y estrangula al general, y sorprendentemente, nadie la detiene; ninguno de los guardaespaldas interviene para salvarlo.

Este mismo patrón se repite cuando Carmen estrangula a su marido. En ese momento Letona ya no está presente porque ha sido alejado por los niños, bajo una especie de encantamiento y el general termina muriendo. Este paralelismo refuerza la narrativa, mostrando cómo Monteverde, al final, queda completamente solo, sin aliados, perdiendo así todo el poder que alguna vez gozó y abusó. A su vez, el “espíritu” de La Llorona toma control sobre Carmen, colocándola en la situación de una mujer nativa que sufre y llora la muerte de sus hijos mientras busca venganza y justicia por las masacres y violaciones cometidas contra su pueblo indígena. Así ella vive de primera mano todos los actos cometidos en contra del pueblo Maya Ixil.

Al estrangular al general, se termina de gestar la venganza y la película no solo presenta un acto de justicia para el pueblo indígena, sino que también, en cierto modo, refleja una reparación tanto colectiva como personal para su propia familia, que sufrió las mentiras y las infidelidades de su marido, quien ha sido seguido sin cuestionamiento (hasta ese momento) como un general genocida.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *