Wiñaypacha, de Óscar Catacora, cuenta la historia de una pareja anciana que vive en las montañas esperando el regreso de su hijo. Con un ritmo lento, Catacora captura momentos naturales entre los personajes, resaltando su conexión con el entorno.
El título, que significa “eternidad”, influye en cada toma. Las tomas amplias alargan el tiempo y parecen pinturas, mientras que los primeros planos destacan momentos clave, como el sueño de Phaxi sobre su hijo. Este enfoque permite a la audiencia sentirse parte de su vida, lo que hace que las tragedias sean más impactantes.
Catacora usa la técnica de “mostrar, no decir” para revelar los conflictos, obligando a la audiencia a reflexionar. Aunque las escenas son emotivas, los últimos momentos son visualmente poéticos. Una toma muestra dos torres de piedras, y cuando una cae, simboliza la muerte de Willka. La película termina con Phaxi caminando hacia el horizonte, pareciendo unirse con la tierra tras perderlo todo.