Author Archives: Raul Flecha Villasboa

Nostalgia de la Luz

Abordando la pregunta planteada por el profesor en relación con los “átomos” que menciona Patricio Guzmán en su libro, yo los interpreto como la capacidad de “atrapar” pequeñas cosas de la vida que, aunque puedan parecer simples, llevan una connotación sentimental importante. Son aquellos momentos que surgen de forma espontánea y que juntos pueden contar una historia. En otras palabras, es la habilidad de captar con la cámara lo efímero y conectarlo con un mensaje a través del guión, creando así un material que resuene con más personas.

Uno de los momentos en que he notado la captura de estos “átomos” o pequeños momentos son las imágenes del desierto. El director enfoca su cámara en los detalles del desierto de Atacama, como la tierra, las rocas, el polvo, las montañas y otros elementos que parecen estáticos pero que guardan historias de miles de años. Estas escenas dan vida a un entorno que parece vacío, mientras oímos la voz del director narrando y añadiendo contexto a lo visual, mostrando en realidad cómo el desierto está lleno de memorias y de historias no contadas 

En mi opinión, la función de estos átomos es establecer una conexión entre lo micro y lo macro, entre la búsqueda personal y la búsqueda universal. Toda la película trata sobre la conexión entre lo que significa ser humano en un contexto científico, en relación con la galaxia y nuestro paso por ella, así como el ser humano dentro de una sociedad, más específicamente en una que sufrió desapariciones de familiares a causa de una dictadura militar. La película explora lo que constituye ser humano en términos tanto científicos como emocionales.

La película me hizo reflexionar sobre la relación entre la memoria personal y la memoria colectiva, entre la historia de una nación y la historia del cosmos. Dentro de esa memoria, la película también resalta la importancia de un cierre para poder sanar aspectos del pasado.

La Llorona

La venganza en la película se gesta de manera lenta y está cargada de simbolismos. Todo comienza con la llegada de Alma, quien reemplaza a algunos trabajadores de la casa y representa una especie de reencarnación de La Llorona.

En un principio, Carmen, la esposa del general Monteverde, acusa a las mujeres indígenas de ser ellas mismas quienes seducen a los militares en sus bases, justificando casi por completo las violaciones. Tergiversa la narrativa de los nativos y trata a las mujeres indígenas como “putas pagadas para mentir”, culpándolas de provocar a los hombres para tener relaciones sexuales.

A medida que avanza la historia, el general Monteverde escucha ruidos extraños y decide investigar. En ese momento, se da cuenta de que Alma se encuentra nadando en la piscina y, luego, entra en su habitación. Esta habitación está inundada y, al encontrar a Alma desnuda, el general, en su papel de viejo pervertido, se acerca lentamente a ella. Sin embargo, su sonrisa desaparece al ser descubierto por su esposa, quien se da cuenta de que él tiene una erección. Misma que es provocada por visiones que solo él puede ver.

Alma grita pidiendo ayuda, y todos en la familia, incluidos los empleados, observan al general en una situación vulnerable y humillante. Este evento provoca que su familia sienta vergüenza por el acto de acoso que él acaba de cometer. Acto seguido, Carmen tiene una conversación en la escalera con su familia, donde confiesa que su padre siempre tuvo una atracción hacia las mujeres nativas, contradiciendo así su idea anterior de que estas mujeres buscan a los militares. La película retrata que esta dinámica siempre se ha tratado de un acto de fetichismo odio enmascarado por el odio.

Creo que aquí comienza el declive mental del general Monteverde, ya que este incidente lo descoloca tanto física (más de lo que ya está) como mentalmente, impidiéndole razonar lógicamente lo que acaba de suceder. Poco a poco, su familia comienza a darle la espalda.

Toda esta cadena de actos que gestan la venganza culmina cuando unos niños llevan a Letona lejos de la casa. Esto puede interpretarse como un símbolo del “abandono” que experimenta el general Monteverde por parte de sus guardaespaldas hacia el final de la película, específicamente en las pesadillas de Carmen. Se representa a Carmen como una mujer indígena que se ve forzada a revelar la ubicación del grupo guerrillero y, como consecuencia, presencia cómo los militares ahogan a sus hijos en una imagen donde varios miembros de una comunidad indígena son asesinados y torturados por el cuerpo militar. En un momento decisivo, Carmen se levanta y estrangula al general, y sorprendentemente, nadie la detiene; ninguno de los guardaespaldas interviene para salvarlo.

Este mismo patrón se repite cuando Carmen estrangula a su marido. En ese momento Letona ya no está presente porque ha sido alejado por los niños, bajo una especie de encantamiento y el general termina muriendo. Este paralelismo refuerza la narrativa, mostrando cómo Monteverde, al final, queda completamente solo, sin aliados, perdiendo así todo el poder que alguna vez gozó y abusó. A su vez, el “espíritu” de La Llorona toma control sobre Carmen, colocándola en la situación de una mujer nativa que sufre y llora la muerte de sus hijos mientras busca venganza y justicia por las masacres y violaciones cometidas contra su pueblo indígena. Así ella vive de primera mano todos los actos cometidos en contra del pueblo Maya Ixil.

Al estrangular al general, se termina de gestar la venganza y la película no solo presenta un acto de justicia para el pueblo indígena, sino que también, en cierto modo, refleja una reparación tanto colectiva como personal para su propia familia, que sufrió las mentiras y las infidelidades de su marido, quien ha sido seguido sin cuestionamiento (hasta ese momento) como un general genocida.

Wiñaypacha

La película Wiñaypacha, dirigida por Óscar Catacora, narra la vida de una pareja de ancianos que viven aislados en un remoto lugar de los Andes peruanos. A lo largo de la obra, los protagonistas se enfrentan a la soledad, el desgaste físico y la angustia de no saber si volverán a ver a su hijo. La narrativa explora temas como la vejez, las tradiciones culturales y deja entrever algunas reflexiones sobre el colonialismo.

Este tipo de cine es diferente al cine convencional o “masivo”. En el cine masivo, se suele condensar el tiempo para enfocarse en momentos clave, evitando que la trama se perciba “aburrida” o “lenta”. Sin embargo, en Wiñaypacha, no se busca eliminar lo cotidiano del día a día. Las tomas largas y carencia de cortes intencionadas muestran cada actividad en detalle, destacando la importancia de conocer a los personajes y de comprender cómo perciben el tiempo: lo lento y pausado que puede llegar a ser. A mi parecer, esta decisión cinematográfica, combinada con las imágenes de los abuelos, señala cómo se percibe la vejez, generando empatía hacia los protagonistas.

Gran parte de la película está rodada con planos generales, lo que significa que no se centra en una reacción o diálogo específico, como ocurre en los primeros planos. Los planos generales nos brindan la sensación de estar en el mismo espacio que los protagonistas y ver “todo” al mismo tiempo, lo cual se vuelve crucial. Como espectadores, somos testigos constantes del entorno y de la historia que se desarrolla en la misma, lo que nos hace sentir como observadores pasivos dentro del mismo lugar.

En el ensayo “La descolonización no es una metáfora”, de Eve Tuck y K. Wayne Yang, se menciona cómo en el colonialismo de asentamiento “se sepultan las relaciones epistemológicas, ontológicas y cosmológicas con la tierra, convirtiéndolas en premodernas y retrógradas, salvajizadas.” Esta idea va de la mano con lo que discutimos en clase sobre cómo “lo europeo es universal y lo demás es solo local”. Esto se refleja en escenas de la película, como cuando Phaxsi menciona que su hijo siente vergüenza de hablar aymara, evidenciando la creencia de que existe una lengua o estilo de vida superior por ser europeo. Hablar aymara se percibe como retrogrado, “salvaje”.

La película además refleja la resiliencia, el amor y el respeto mutuo entre la pareja. Esta obra nos inspira a ser más sensibles con los demás, a no dar por sentado muchos aspectos de la vida, y nos llama a cuidar y respetar a nuestros ancianos.

El abrazo de la serpiente

El abrazo de la serpiente, es una película que explora las profundidades de las amazonas y la relación entre las culturas indígenas y la civilización occidental. Entre guerras y belleza natural, este filme aborda temas filosóficos, sociales y ecológicos. La película plantea una crítica a la colonización, la explotación de los recursos naturales y la pérdida del conocimiento ancestral.

Un ejemplo claro de esta supuesta pérdida de conocimientos ancestrales se evidencia en una escena clave en la que el grupo de viajeros (Karamakate, Manduca y Theo) llega a un asentamiento indígena para pasar la noche (27:49). Al día siguiente, Theo se da cuenta de que su brújula ha desaparecido. Supone que alguien de la tribu la ha tomado, lo que le provoca una gran indignación. Sin pruebas concretas, acusa a uno de los adolescentes indígenas que se ríe de la situación. Tras una breve discusión, descubren que quien tenía la brújula era el líder de la tribu. Theo se ve obligado a dejar el lugar sin recuperarla. Él justifica su reacción afirmando que “no puede dejar una brújula en ese lugar”, argumentando que “sus sistemas de orientación se basan en el viento y las estrellas, si aprenden a usar la brújula, ese conocimiento se perderá”. Esta actitud sugiere que el aprendizaje de algo nuevo es un privilegio reservado para ciertas personas, como si adquirir nuevos saberes fuera un derecho exclusivo del mundo occidental. Pero a su vez, esta actitud proteccionista de Theo nace tras una necesidad de ser la persona responsable de presevar esos valores.

Lo que la película parece señalar aquí es cómo la colonización no solo trajo consigo culturas e idiomas diferentes, sino también prejuicios arraigados. Theo ve como un “peligro” que los indígenas aprendan a usar la brújula, como si adquirir nuevos conocimientos supusiera una amenaza para ellos o implicara una pérdida inevitable de su identidad cultural. Esta mentalidad “proteccionista” de Theo refleja una perspectiva colonizadora en la que las personas occidentales se creen las únicas responsables de descubrir y controlar el conocimiento, estableciendo las reglas del juego y de cómo se debe interactuar con el mundo.

La película invita al espectador a reflexionar sobre la experiencia de la “otra persona” y a cuestionar la idea de que la verdad absoluta pertenece a un solo sector. El abrazo de la serpiente nos desafía a repensar los prejuicios que moldean nuestra percepción y comprensión del mundo, mostrándonos que el conocimiento no debe porque tener barreras ni dueños exclusivos.